Ese chico triste y solitario
Ayer, cuando oía la noticia al mediodía, pensaba: “Dime que es mentira todo, un sueño tonto y no más”. Pero este mundo descomunal no respeta siempre la fragilidad.
Los de mi generación hemos crecido con Nacha Pop primero y con Antonio Vega después. Nunca me cansaré de oir algunas de las más bellas canciones de la música pop española (Lucha de gigantes, Desordenada habitación, El sitio de mi recreo, Se dejaba llevar, Una décima de segundo, Chica de ayer, …), nacidas de la inspiración de este genio de la composición que se nos acaba de ir. Sonido fresco que nos devuelve a los años mozos (todavía recuerdo aquel mítico concierto de Nacha Pop en los albores de la “movida” en la discoteca Super Chuys cuando era un crío). Después he tenido la suerte de asistir a dos de sus conciertos en solitario en Ceutí y Alcantarilla, en los que siempre brillaba con luz propia más allá de su escurridiza mirada.
Le echaremos de menos, aunque Antonio nunca se irá, porque se ha quedado impregnado en nuestros corazones. Y nos quedan sus canciones, sus poemas, herencia para generaciones futuras que no disfrutarán de la frescura de su música pero que se maravillarán de su inspiración y creatividad.
Algún afortunado, en esos infinitos campos que con los ojos cerrados se divisan, ya estará oyendo las voces y las guitarras de Antonio y Enrique, juntos de nuevo.
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