Burgos (IV)
Decidimos regresar al centro en trasporte público. Una vez en las inmediaciones del río Arlanzón contemplamos algún edificio digno de admiración.
Caminando por el Paseo del Espolón llegamos al Arco de Santa María.
Esta antigua puerta de la muralla de la ciudad se ornamentó en el siglo XVI con estatuas de personales ilustres locales para conmemorar la visita del rey Carlos V, representado en el centro del conjunto escultórico.
Hoy, este arco, cuyas salas y museo de farmacia se encuentran abiertas al público, nos ha recibido como visitantes de la ciudad y atravesándolo hemos podido disfrutar de una de las mas bellas vistas de la Catedral.
Pero antes había que descansar del ajetreado día a la sombra de los frondosos árboles del Paseo del Espolón. Tras el descanso, volvimos a visitar los alrededores de la Catedral, con el impresionante repiqueo de sus campanas anunciando la hora del Rosario y de las preces.
Antes de volver al hotel teníamos pendiente una nueva visita a la Casa del Cordón para contemplar la exposición "Egipto. Arte para la eternidad", que recoge a través de más de cien piezas la experiencia vital de esta cultura tan enigmática.
Por la noche volvimos al centro con la intención de tomarnos unos "pecaditos" a los que May ya les había echado el ojo la noche anterior. Acompañados de un par de cañas hicieron las veces de una cena perfecta. Paseo tranquilo hacia el hotel y, como quien dice, fin de nuestra estancia en Burgos. A la mañana siguiente había que salir temprano para estar a tiempo en Madrid de visitar la exposición de Antonio López.
Sin duda, corto en el tiempo pero intenso este "viaje a la evolución" ...
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