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Viaje a Madrid (I)

La entrega de premios de la IV Edición del Certamen "Seguridad y Educación en el entorno escolar", organizado por los Ministerios de Educación y de Interior sirvió para que el grupo de primero de Bachillerato de Investigación visitara la capital de España los pasados días 3 y 4 de noviembre de 2010.

La tempranera salida de Alcantarilla posibilitó que llegáramos a Madrid minutos después de las doce del mediodía, dirigiéndonos directamente al Museo Nacional de Ciencias Naturales de España. Tras realizar una breve visita a la Sala de Geología y contemplar la exposición de rocas, minerales y meteoritos, disfrutamos de la visita guiada a la exposición "Mediterráneo, naturaleza y civilización".

 La Cuenca Mediterránea es, en la actualidad, una de las zonas más ricas del planeta en biodiversidad y, a su vez, una de las más amenazadas. La exposición se nutre de algunos de los mejores ejemplares de las colecciones del Museo, que se muestran para explicar la biodiversidad terrestre y marítima, viva y fósil, de esta región, y se acompaña de dioramas que recrean los principales paisajes mediterráneos. Entre los ejemplares expuestos, merece especial atención el calamar gigante de 7 metros de longitud, hallado en la costa de Fuengirola (Málaga), perteneciente al género Architheuthis. 

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También pudimos contemplar "El Real Gabinete". En él, dentro de un espacio arquitectónico moderno, se recrea el ambiente de un Gabinete de Curiosidades y se muestra la riqueza y variedad de las colecciones iniciales que posteriormente dieron lugar al actual Museo. La propuesta que se hace en esta exposición es un viaje fascinante a través del tiempo, descubriendo una gran variedad de animales, fósiles, minerales, libros antiguos, documentos y objetos preciosos que se guardan en sus colecciones.

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Finalizamos la mañana visitando "El Almacen visitable de Mamíferos y Aves", una magnífica exposición en la que se muestran cerca de 1000 aves y 200 mamíferos pertenecientes a las colecciones del Museo procedentes de los cinco continentes. A pesar de que alguno de ellos fueron naturalizados hace más de 150 años conservan plenamente su valor histórico y científico.

Llegaba la hora de comer. El bocadillo de las diez de la mañana en el área de servicio de la autovía formaba parte del pasado, y había que reponer fuerzas. Bajamos en autobús al Paseo del Prado y decidimos que el lugar idóneo para la comida era el Parque del Retiro. El tiempo estaba acompañando y hacía un día maravilloso. Antes de nuestra próxima parada cultural quedaba tiempo para disfrutar de este auténtico pulmón verde.

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Teníamos programada la visita al Museo Nacional del Prado a las 16’30 horas. Minutos antes nos concentramos en la Puerta de Murillo para entrar a una de las pinacotecas más importantes del mundo, singularmente rica en cuadros de maestros europeos de los siglos XVI al XIX. Su principal atractivo radica en la amplia presencia de Velázquez, Goya, Tiziano y Rubens, de los que posee las mejores colecciones que existen a nivel mundial, a lo que hay que sumar las colecciones de autores tan importantes como El Greco, Murillo, José de Ribera, Zurbarán, Rafael, Veronese, Tintoretto, Van Dyck o El Bosco, por citar sólo los más relevantes. También pudimos contemplar la reciente ampliación de Rafael Moneo, que ha permitido que la selección expuesta crezca en un 50%, con unas 450 obras más. 

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Caía la tarde sobre Madrid cuando salimos del Prado para dirigirnos al hotel dando un agradable paseo por las calles más céntricas de la capital. La Plaza de Cibeles, Carrera de San Jerónimo, donde tiene su sede el Congreso de Diputados, Puerta del Sol, Gran Vía, ... Al llegar nos esperaba el autobús para bajar el equipaje y ocupar nuestras habitaciones. Tiempo libre para ir de tiendas y cenar y a disfrutar de un merecido descanso.

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Al día siguiente, tras desayunar, nos dirigimos a la Escuela Nacional de Protección Civil, donde efectivos de varios cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado (Guardia Civil, Policía Nacional, Unidad Militar de Emergencia) realizaron una demostración de actuaciones de prevención y actuación ante diversas emergencias.

Posteriormente, con presencia del Vicepresidente primero del gobierno y Ministro del Interior, D. Alfredo Pérez Rubalcaba, entre otras personalidades de los Ministerios de Interior y de Educación, se procedió a la entrega de los galardones correspondientes a la IV Edición del Certamen "Seguridad y Educación en el entorno escolar".

 Dichos premios, que tienen como finalidad premiar los trabajos o actividades escolares en el ámbito de la seguridad ciudadana, están dirigidos a centros escolares de Educación desde Infantil a Bachillerato y Formación Profesional. A esta convocatoria se presentaron 32 centros de toda España, siendo la primera vez que un centro educativo de la región, en este caso el IES “Alcántara” de Alcantarilla, recibe uno de estos galardones, en concreto un accésit en la modalidad de centros públicos de Educación Secundaria, Bachillerato y Formación Profesional, por su proyecto "Tratamiento Global de la Seguridad".

El centro ha estado representado en el acto por su director, José Antonio Sabater Albertus, el coordinador del proyecto, Francisco Zamora García, el Jefe de Estudios, José María Olmos Nicolás, y el profesor del centro, Pedro Antonio Ríos Martínez.

¿Se nos olvida algo? Sí. También estuvo magníficamente representado por los veintinueve alumnos de primer curso de Bachillerato del programa experimental de Investigación, a los que sólo me queda felicitar por su magnífico comportamiento en todas las actividades llevadas a cabo esos dos días.

Espero que disfrutaran tanto del viaje como el que escribe este artículo. Sólo falta una cosa: que podamos repetir experiencias de este tipo más a menudo.

Viaje a Madrid (II)

Viaje a Madrid (II)

Nuestro viaje a Madrid para recoger el accésit concedido al IES "Alcántara", nuestro centro, dentro de la IV Edición del Certamen "Seguridad y Educación en el entorno escolar" nos permitió vivir una experiencia distinta al día a día en el aula y/o en el despacho. Y si hay que calificarla de alguna manera, es de muy positiva.

La actividad suponía prácticamente la despedida momentánea de Pedro Antonio del instituto. Seguro que se acordará, como nosotros, de la comida en el Retiro, tras una paciente espera mientras Paco y José Antonio tardaban horas y horas en traer unos bocadillos ...

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... y de ese maravilloso café junto al estanque del parque. Sólo nuestro interés por visitar el Museo del Prado (sin olvidar la circunstancia de que habíamos quedado en la Puerta de Murillo con los alumnos) impidieron una agradable tertulia en aquel remanso de tranquilidad.

A la mañana siguiente, vestidos para la ocasión, recogimos el premio, y aquí quedan estas instantáneas para la posteridad.

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Comentario aparte merece el "homenaje gastronómico" que "algunos" se dieron en el Asador Donostiarra. Y es que la ocasión lo merecía. Eso sí, antes nos aseguramos "de que los alumnos no se quedaran solos" (gracias, José Antonio). La cena, estupenda. La compañía, inmejorable. Más de tres horas de velada que quedará en el recuerdo para siempre. Hasta la próxima, por supuesto.

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Una experiencia para repetir todas las semanas ... o por lo menos, una vez al año.

Londres (y IX)

Londres (y IX)

Amanecía nuestro último día en Londres. El traslado a Heathrow nos obligaba a estar en el hotel a las 12’30 horas. Queda tiempo para una última escapada. Tras adelantar la visita a Harrods nos decidimos por el Natural History Museum. Pero antes había que recoger, desayunar y dejar el equipaje en consigna.

Las nubes hacían su acto de aparición para despedirnos. Como ya era costumbre, nos dirigimos a la estación de Bayswater para coger el metro en dirección de Kensington. Un laberinto de pasadizos subterráneos nos dejaron a las puertas del museo, que alberga una asombrosa colección de hasta 69 millones de ejemplares.

El museo de historia natural fue construido entre 1873 y 1880 para albergar la creciente colección de esqueletos, plantas y fósiles que constituían una sección del Museo Británico. Legalmente el museo de historia natural permaneció como parte del Museo Británico hasta 1963. En 1986 absorbió el cercano Museo geológico adquiriendo el nombre oficial de The Natural History Museum.

Además del contenido del museo, es digno de mención el propio edificio que lo contiene. Fue diseñado por el arquitecto Alfred Waterhouse, que logró una estructura similar a la de una catedral. Su gran salón central impresiona. En él se pueden contemplar esqueletos de diferentes dinosaurios, en particular, un enorme diplodocus que domina la entrada al edificio además de un mastodonte encontrado en la Laguna de Tagua Tagua, Chile.

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Una estatua de Charles Darwin preside este inmenso salón desde el descanso de la escalera que conduce a las plantas superiores del museo.

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 Sin ser el British Museum o la National Gallery, tampoco puede pretenderse visitar concienzudamente este museo en un rato. Por ello intentamos ver aquello que más podía llamar nuestra atención. Impresionante la colección de minerales, por ejemplo. El sueño de cualquier geólogo...

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También es soprendente la exposición dedicada a los dinosaurios, en la que encontramos desde esqueletos completos hasta recreaciones de dinosaurios a tamaño real. Lástima que estuvieran "operando" al Tiranosaurio Rex y no pudiéramos acceder a las pasarelas elevadas.

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En las salas de la biodiversidad pudimos ver tanto mamíferos (disecados o recreaciones) como fósiles. Preside la sala principal un modelo de ballena azul a tamaño real (28 metros).

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¡Sorpresa! Cuando salíamos del museo estaba lloviendo. Parecía imposible que nos fuéramos de Londres sin ver la lluvia, pues el pronóstico para los días de nuestra estancia en la ciudad decía todo lo contrario. La cercanía del metro evitó que nos caláramos hasta los huesos. Tampoco era plan de estar todo el día con la ropa húmeda. Era el momento de regresar al hotel y esperar el traslado al aeropuerto leyendo la prensa.

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Puntual a su cita, nuestro transporte nos hizo un "pequeño" recorrido turístico por el Londres que no habíamos pateado de camino al aeropuerto, atravesando incluso Chelsea. Llegamos a Heathrow después de las 14’00 horas, con el tiempo justo para facturar ... y no poder comer. El embarque se produjo con retraso, al igual que el despegue. Volveríamos a tener problemas con la escala en Barajas... pero no nos imaginábamos que tantos, pues la aproximación a Madrid fue más larga de lo esperado (los famosos controladores, supongo).

Cuando conseguimos salir del avión que nos traía de Londres faltaban cinco minutos para que partiera el que nos debía llevar a Alicante. Tuvimos que pasar el control de pasaportes y recorrernos toda la T4 a la carrera. La verdad, en esos cinco minutos estuve convencido de que perdíamos el vuelo. Pero no fue así. Tanto nosotros como la maleta facturada en Heathrow llegamos a Alicante con una media hora de retraso después de tener que esperar un buen rato para que el avión entrara en la pista de despegue.

Juan Carlos nos esperaba para llevarnos a casa, donde preparamos una buena cena antes de descansar. Nuestro viaje a Londres había finalizado. Y había merecido, y mucho, la pena.

Londres (VIII)

Londres (VIII)

Decididamente, la idea de regresar al hotel había sido muy buena. Cuando salimos nos dirigimos a un pub en la esquina de Queensway con Porchester Gardens por el que pasábamos todos los días de camino al metro y de vuelta al hotel. Pero antes había que cenar (y menos mal que lo hicimos, y bien, porque no sabíamos lo que nos esperaba el día siguiente...).

Un Scotch steak house parecía el lugar perfecto para hacerlo. Desde antes de partir May no paraba de comentarme que no comeríamos otra cosa que el tradicional "fish and chips"... y yo todavía no lo había probado (y me quedaría sin hacerlo). A la vista de la carta, y siendo consciente de que me atrae más la tierra firme que el mar, me decanté por un suculento filete de vacuno (well-done) con su correspondiente guarnición. May sí que cumplió y tomó el dichoso fish and chips.

La cerveza comenzaba a hacer su efecto (allí no me atrevía a pedirla "sin alcohol"). La foto es buena prueba de ello...

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Tras la cena, al Prince Alfred. Apetecía otra cervezota en un agradable ambiente, en buena compañía y con la tranquilidad que proporcionaba el ambiente que se respiraba en el pub. Repaso a las fotos del día y comentarios de los lugares visitados y de lo que habíamos dejado en el tintero para otra ocasión.

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¡Qué mejor manera de terminar otro intenso día en Londres! El viaje se acercaba a su fin...

Londres (VII)

Londres (VII)

A pesar de la hora, Trafalgar Square era un auténtico hervidero de gente. Esta plaza fue diseñada en 1820 como monumento al almirante Horatio Nelson, héroe británico cuya estatua (tres veces su tamaño real) está sobre una columna de 52 m.

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Los relieves de la base de la columna describen cuatro de sus mayores victorias navales, de las que la más conocida es la de la Batalla de Trafalgar, que tuvo lugar en 1805 contra los aliados Francia y España y en la que perdió la vida el almirante Nelson.

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Al norte de la plaza se encuentra la National Gallery de Londres, el museo estatal de pintura del Reino Unido, albergado en un precioso edificio de estilo neoclásico. Sin duda, su colección es una de las más importantes del mundo.

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La National Gallery abre en el año 1838 con una pequeña colección. A partir de ahí añade las colecciones reales y numerosas adquisiciones italianas, flamencas o francesas. Con el aumento de los fondos, en el museo se llevan a cabo varias ampliaciones. Entre ellas destacan la primera de 1975; y la de 1991, la última, en la cual se creó el ala Sainsbury, que acoge la colección de pintura italiana (la más grande fuera de Italia).

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La colección del museo abarca todos los estilos y artistas. Del Gótico y Renacimiento el museo cuenta con una de las mejores colecciones del mundo. De este período destacan: Matrimonio Arnolfini de Van Eyck, La Virgen de las Rocas de Leonardo da Vinci, La Sepultura de Miguel Ángel, El Bautismo de Piero della Francesca, Los Embajadores de Hans Holbein, Baco y Ariadna de Tiziano y el inigualable Retrato del Dux Leonardo Loredan de Giovanni Bellini.

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Me entretuve más de lo que acostumbro en el retrato a tamaño real de Jean de Dinteville y George de Selve (Los embajadores), un cuadro lleno de simbología y alusiones que tienen como principal objetivo subrayar la naturaleza efímera de la vida terrenal. Un objeto misterioso, en primer plano, entre los embajadores, llamó poderosamente mi atención: un ingenioso efecto óptico de algo que parece ser simplemente un disco blanco, pero que desde el extremo derecho del cuadro (incluso una marca señala en el suelo la posición correcta desde la que observarlo) resulta ser una calavera.

Del Barroco, Rococó, Neoclásico y Romanticismo se pueden encontrar obras como Cena en Emaús de Caravaggio, la Venus del Espejo de Velázquez, Dama tocando el virginal de pie de Vermeer, Sr. y Sra. Andrews de Gainsborough, El carro de heno de Constable y El Temerario remolcado al dique seco de Turner.

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Por último en la colección encontramos obras del Realismo y el Impresionismo. Las más importantes son Los Bañistas de Seurat, La Grandes Bañistas de Cézanne y Los Girasoles de Van Gogh.

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May y yo creíamos (de hecho, hasta juraríamos que lo habíamos leído en alguna guía de las que consultamos antes del viaje) que ese día, miércoles, la galería cerraba sus puertas a las 20’30 horas. Pero a las seis tuvimos que abandonarla dejando bastantes salas sin ver y muchas obras maestras sin contemplar. No pasa nada, se apunta otra visita para el próximo viaje a Londres...

Cuando salimos la tarde era espléndida, con un sol radiante. Nos dispusimos a visitar St. Martin-in-the-Fields, una encantadora iglesia famosa por sus conciertos, que se encuentra al norte de la plaza, pero nos fue imposible. Aprovechamos para tomarnos una buena pinta en un pintoresco pub de la zona, pues esa parecía ser la costumbre de los londinenses cuando salían del trabajo.

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Aunque teníamos previsto visitar Harrods a la mañana siguiente, decidimos adelantar la visita. Volvimos al metro (nos estábamos acostumbrando tanto a patear la ciudad que nuestra one day travelcard empezaba a resultar poco rentable) y encaminamos nuestros pasos hacia este establecimiento comercial, toda una institución en Londres.

Entre el bullicio, unos haciendo sus habituales compras y otros como meros turistas, disfrutamos del departamento de alimentación, donde la comida parece un auténtico objeto de lujo. Y, hablando de lujo, qué decir del departamento de alta joyería. Creo que nunca ví tanto diamante junto. La verdad es que en Tyfanis nos atendieron muy amablemente...

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Decidimos volver al hotel antes de cenar. Paseamos por Brompton Road hasta una parada de metro situada enfrente del Victoria and Albert Museum y, tras abandonarlo de nuevo en Bayswater, fuimos a descansar un rato.

Londres (VI)

Londres (VI)

Tras salir de la abadía y hacer algunas compras nos dirigjmos a Houses of Parliament, las Casas del Parlamento, sede del gobierno del país en la que May quería entrar a toda costa (queda pendiente para la próxima visita, aunque antes habrá que conseguir un escaño en la Cámara de los Comunes...).

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Una llamada desde Murcia propició algún nubarrón sobre nuestras cabezas, pero todo quedó en un buen susto. Nada que no pueda arreglarse con un poquito de carmín...

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Reconstruído en gran parte en el siglo XIX tras un incendio, Victoria Tower (102 m de altura) se encuentra en un extremo y la torre del Big Ben (98 m de altura) en el otro.

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En el sentido más estricto, Big Ben es el nombre de la campana del reloj, de 13 toneldas, y no el de la torre. No está claro cómo surgió este nombre (puede que la campana se llamara así en honor al campeón de boxeo de pesos pesados Benjamin Caunt, o al inspector de obras, sir Benjamin Hall, que supervisó su instalación).

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Cruzamos Westminster bridge hasta la margen sur del Támesis para tener las mejores vistas. Actualmente este puente (construído en 1862) es uno de los treinta que cruzan el río, pero en 1750 era sólo el segundo, construido tras el London brigde.

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Tras cruzar el puente y hacer las fotos de rigor giramos a la izquierda y empezamos a pasear por la margen sur del río. Contemplamos Country Hall, antigua sede del Ayuntamiento de Londres, convertido hoy en un inmenso complejo de ocio que alberga el London Aquarium, el Dalí Universe, la Satachi Gallery y las taquillas de British Airways London Eye.

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Habíamos intentado reservar las entradas desde casa el fin de semana previo a nuestra marcha sin conseguirlo, aunque los rumores de las extrañas bajas de los controladores aéreos que circulaban por los medios de comunicación también nos habían enfriado bastante (más a mí que a May, que incluso quería entrada vip con copa de champán francés). De todas formas, intentamos acercarnos a la taquilla y, efectivamente, la inmensa cola y el tiempo que había pasado desde el desayuno nos convencieron de que también debería quedar para nuestra próxima visita (tendré que escribir un post al final sólo para recordar todo lo que nos quedamos sin ver en condiciones...)

El paseo por la orilla del río era muy agradable. El tiempo acompañaba (¿quién dice que Londres es una ciudad oscura y lluviosa?) Pero había que comer. Regresamos a la margen norte cruzando el Golden jubilee bridge, que desemboca en la moderna estación de Charing Cross, y subimos por Northumberland Avenue en dirección a Trafalgar Square.

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A pocos metros encontramos un coqueto italiano con muy buena pinta y un buen horno a pleno funcionamiento que nos terminó de convencer de que era hora de comer. Dimos cumplida cuenta de una Ensalada César con pollo, unos riquísimos spaguetti bolognesa y una sabrosísima pizza napolitana, bien regada con Peroni (en recuedo a nuestra primera noche en Roma) y San Pellegrino.

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Una buena comida, una grata compañía, un merecido descanso, un café (dejémoslo así, lo del cafe). Teníamos toda la tarde por delante y nuestro próximo destino, la National Gallery, a tiro de piedra.

Londres (V)

Londres (V)

Nuestro primer día de visita a la ciudad de Londres había sido intenso, como lo suelen ser en nuestras escapadas. Notting Hill, Portobello Road, el Museo Británico, la catedral de San Pablo, el Puente del Milenio, la Tate Modern, London bridge, la Torre de Londres, Tower bridge, Picadilly Circus, el Soho, Chinatown ... Mamma mía!!

Eso nos hizo que nos tomáramos con más calma el inicio del segundo, además de que ya sabíamos que teníamos que coger el metro a partir de las 9’30 horas y de que nuestra primera parada era el cambio de guardia en Buckingham Palace, que tenía lugar sobre las 11’30 horas. Y, por todo ello, el desayuno fue más completo que el día anterior e incluso incluyó postre especial de la casa.

Tras el desayuno, cambio de euros por libras y compra de nuestras ya habituales one day travelcard. Tomamos el metro en Bayswater (Circle line era la nuestra ese día) y nos encaminamos a Buckingham Palace para visitarlo por fuera y ver sus alrededores.

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La verdad es que, a primera vista, no parece demasiado imponente este palacio real que en sus orígenes fue una majestuosa casa, construida entre 1701 y 1705 por el primer duque de Buckingham, y más tarde transformada en palacio por el rey Jorge IV, ya en la década de 1820. Posteriormente se convirtió en la residencia oficial de la familia real en tiempos de la reina Victoria, en 1837.

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Llegamos con más que tiempo suficiente para presenciar el cambio de guardia, paseando por las inmediaciones, repletas de visitantes. Desde luego, más majestuoso que el propio palacio es el monumento de mármol blanco a la reina Victoria, el famoso Victoria Memorial, que tiene varias estatuas – la estatua de la Reina Victoria orientada hacia The Mall, estatuas de bronce oscuro de The Angel of Truth con orientación sudeste, The Angel of Justice orientado hacia Green Park, Charity orientado hacia Buckingham Palace y Victory en la cúspide, con dos figuras sentadas. Toda la escultura recuerda el gran poder naval de Gran Bretaña. 

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A la vista del tiempo que quedaba para el cambio de guardia y su duración decidimos dirigirnos a la Abadía de Westminster pero bajando por St. James’s Park vimos la formación de la orquesta militar y de la compañía de honores que acompaña a la nueva guardia, y retrocedimos a la explanada. La verja principal ya estaba aborrotada y cualquier ubicación era buena ...

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Así que disfrutamos por unos momentos de esta parada obligada para el visitante londinense... 

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Ahora sí, dirigimos nuestros pasos al gran edificio religioso de Gran Bretaña, Westminster Abbey, santuario nacional, escenario de coronaciones y lugar en el que descansan algunos de los personajes más famosos de casi mil años de historia británica. El edificio tiene orígenes muy antiguos, pero la construcción de la estructura actual, obra de la arquitectura medieval, comenzó en el siglo XIII. Desde entonces, el conjunto ha ido creciendo y evolucionando, y hoy en día aún se siguen añadiendo monumentos al espectacular conjunto.

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Tras pagar religiosamente las quince libras de la entrada (los ingleses no sólo conducen al revés, en sus museos la entrada es gratuita pero en sus iglesias hay que pagar) entramos por la puerta norte para hacer un recorrido en el que contemplamos el techo abovedado de la Linterna, el Altar Mayor y el Coro, la Capilla de Enrique VII (la más hermosa de la abadía sin duda, en la que destaca su bóveda y abanico y los coloridos estandartes de los caballeros de la orden de Bath), la esquina de los poetas y los claustros.

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La nave de la abadía es la más larga de toda Inglaterra, y además de por su estrechez (de sólo 10 m) asombra porque antes de llegar al coro nos encontramos las tumbas de Charles Darwin e Isaac Newton (algo curioso dentro de un edificio religioso), con fantásticas esculturas de los mismos ....Y es que no podía faltar en uno de nuestros viajes la "referencia científica" y el punto de conexión con Dan Brown y "El código Da Vinci" (como en París) en esta ocasión: "En la ciudad de Londres, entrerrado / por el Papa, reposa un caballero".

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Fue ante este inmenso sarcófago de mármol negro sobre el que reposa la escultura reclinada de sir Isaac Newton, que lo representa ataviado con ropas clásicas, apoyado con orgullo junto a una pila con algunos de sus libros: Divinidad, Cronología, Óptica y Philosophiae Naturalis Principia Mathematica, con dos angelotes a sus pies que sostienen un pergamino y una austera pirámide tras su cuerpo yaciente, donde tuvo lugar el enfrentamiento de Roger Langdon con Teabing y donde el primero abrió en secreto el criptex y ocultó su contenido antes de destruirlo frente a Teabing.

La visita a la abadía había merecido la pena.

Londres (IV)

Londres (IV)

Tras nuestra "ruta del 15" llegamos a Picadilly Circus, centro neurálgico para los visitantes y lugar poco elegante para los londinenses, precisamente por el tráfico, el ruido ... y los muchos turistas que la transitan.

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Mientras localizaba nuestro próximo destino, May aprovechó para hacerme la foto de rigor junto a la Eestatua de Eros, que en realidad representa al Ángel de la Caridad Cristiana y no al dios griego del amor, erigida en 1893 en recuerdo a Antohony Cooper, séptimo conde de Shaftesbury.

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Un mes antes de nuestra partida habíamos decidido asistir a un musical en Londres. Era difícil elegir entre tantos y tan buenos que se representan día a día en la capital londinense. Al final nos decantamos por MAMMA MIA! y reservamos nuestras entradas por internet. A priori eran excelentes, segunda fila y bien centradas, aunque alguna compañera de trabajo sembró ciertas dudas sobre la posibilidad de no divisar todo el escenario...

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Nos acercamos al Prince of Wales Theatre ... y en la taquilla nos estaban esperando nuestras entradas.

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Teníamos algo más de media hora para pasear por los alrededores de Picadilly Circus. Llegamos a Leicester Square, tras contemplar el majestuoso London Trocadero. De camino al Soho tuvimos ocasión de visitar Chinatown, y de sorprendernos con su pecular manera de anunciar su suculenta oferta gastronómica. 

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Tras el paseo nos dirigimos al teatro. Había que localizar las localidades y descansar un poco. El cansancio iba apareciendo y una buena ducha hubiera venido de maravilla (no te digo nada descansar algo en el hotel). Pero los viajes son así... Pronto desaparecieron nuestros temores. Las entradas no eran excelentes como suponíamos, eran aún mejores, pues delante no teníamos ni butacas. En su lugar se encontraba el lugar desde donde el director musical dirigía a todos los músicos del espectáculo.

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Hay que reconocer que, aunque no soy un gran admirador de los musicales, mereció y mucho la pena. La producción es espectacular, el trabajo de los actores fantástico, la música suena genial y las canciones de Abba son tan conocidas que terminas tatareándolas todas una tras otra. ¡Fue increíble! No había una localidad libre, con personas de todas las edades que terminaron cantando y bailando. La línea de la historia, los actores, las voces, todo fue genial.

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 Dejamos como recuerdo la entrada del musical, autografiada por el director de escena (ya que lo tuvimos delante toda la representación no quisimos perder la ocasión).

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Cuando salimos del teatro eran casi las once de la noche, hora local. La comida en aquel agradable restaurante ya era historia. Todavía tuvimos ocasión de visitar el Soho antes de tomar algo y regresar al hotel de nuevo en autobús. Tras desandar el camino emprendido a primera hora llegamos al hotel cerca de la medianoche. Había sido un intenso día, pero muy bien aprovechado. El balance era positivo pero agotador. Tocaba descansar. Se avecinaba un nuevo día ... igual de intenso y de agotador. Pero eso será otra historia.